jueves, 28 de enero de 2010
De animales
martes, 15 de septiembre de 2009
jueves, 8 de enero de 2009
ENIGMA 19. Un busto y un poema

miércoles, 26 de noviembre de 2008
ENIGMA 18. Las estrellas. El castillo

A lo largo de los siglos escritores, artistas, botánicos, geólogos, naturalistas y un sinfín de intelectuales han subido al Teide, atraídos por su poderoso magnetismo. Una de estas personalidades se inspiró en él para escribir un hermoso y extraño texto del que reproducimos este fragmento:
¡Teide admirable, toma mi vida! Gira bajo esas manos radiantes y haz espejear todas mis vertientes. Quiero ser contigo un solo ser de tu carne, de la carne de las medusas, un solo ser que sea la medusa de los mares del deseo. Boca del cielo, a la vez que de los infiernos, te prefiero así, enigmático, así, capaz de llevar hasta las nubes la belleza natural y de sepultarlo todo. Es mi corazón el que late en tus profundidades inviolables, en el enceguecedor rosedal de la locura matemática donde incubas misteriosamente tu poder. Que tus arterias, donde corre hermosa sangre negra y vibrante, me guíen siempre hacia todo lo que he de conocer, de amar, hacia todo lo que debe hacerse penacho en la punta de mis dedos. ¡Que mi pensamiento hable a través de ti, por las mil bocas clamorosas de armiño en que te abres al salir el sol!
¿Quién podrá ser el autor del texto? ¿Cuál es el título?
domingo, 26 de octubre de 2008
ENIGMA 17. Con gansos a la Luna

El jueves 21 de junio, en el año 1599, nos hicimos a la vela rumbo a España, habiéndoseme concedido un camarote muy conveniente para mis Aves, y almacenaje para mi Máquina, la cual el capitán hubiese deseado que dejara detrás de mí, y es maravilla que lo hiciera, s

¿Cuál es el nombre de ese obispo novelista? ¿Qué novela ambientó en Canarias?
lunes, 22 de septiembre de 2008
ENIGMA 16. Siete pistas en el equinoccio de otoño

Esta noche es el equinoccio de otoño. Para celebrar este señalado momento, qué mejor que resolver un acertijo que tiene que ver con los viajes, las migraciones, el sentido de la orientación por el mundo, los océanos, el tiempo, etc.
En esta ocasión hay que descubrir un fragmento de novela escrito por uno de los más importantes autores del mundo, y que se refiere a las Islas Canarias, a las que menciona por uno de sus nombres míticos.
Para encontrar este fragmento voy a dar siete pistas muy precisas … aunque una de ellas es falsa:
1. El texto tiene 166 palabras.
2. Pertenece a una novela escrita por un premio Nobel.
3. La novela se publicó por primera vez en 1967.
4. Su autor pilota aviones de guerra.
5. El primer libro que leyó fue Las Mil y Una Noches, gracias a sus estudios en una escuela Motessori.
6. Le cogió el gusto al Quijote al leerlo en el inodoro, «mientras cumplía con sus deberes cotidianos».
7. Fue amigo del Che.
sábado, 9 de agosto de 2008
Apagón en la noche de San Lorenzo
De aquel tiempo rescaté un viejo candil de latón, que puse a punto no tanto para usarlo en caso de necesidad, sino porque me parecía un objeto bello que debía conservar, a pesar del tiempo, su función primigenia. Una buena manita de pintura plateada, una nueva mecha y un poco de queroseno bastarían para echarlo a andar… si hiciera falta... Y así es. Le llegó el día. O la noche.
Como está tan oscuro (tampoco hay luz en la calle, y aunque la hubiera, estoy en un quinto piso, por lo que llegaría hasta aquí débilmente) tengo que andarme con cuidado para no tropezar. El candil lo tengo guardado, entre trastos viejos y demás antiguallas, en una pequeña despensa que tengo a un lado de la solana. Como me conozco el piso al dedillo, no tendré dificultad en llegar hasta allí.

Ahora arrastro los pies con mucho cuidado hacia mi objetivo, por la galería, mientras acaricio las paredes como si fuera ciego. Ya no es como antes, con seis o siete añitos: entonces el pánico me hubiera inmovilizado. Pero ahora no. Estoy acostumbrado a hacerlo todo por mi cuenta. Así que dos puertas más allá está el sitio. No tengo más que entrar en él y tantear los estantes, porque no recuerdo bien en cuál de ellos está mi candil. En fin, nada complicado. Esto no, aquello tampoco. ¡Aquí está! ¡Viejo candil, llegó tu momento de gloria!
El problema son los fósforos. Ahora recuerdo que están en una gaveta del aparador de mi cuarto, así que … a volver sobre mis pasos, hacia atrás, al último lugar de la casa. Tenía que haberlo pensado antes, porque la dichosa despensita está en el extremo contrario del cuarto y antes me encontraba justo en medio del camino, sí, en medio del camino de mi casa.
Pero qué demonios. Vaya un problema. Me voy para atrás, al fondo. Ojalá hubiera tenido un hilo del que tirar para desandar ese camino, a estas horas de la noche. Pero nada, paciencia. Un poco más. Aquí. Un poco más. Ya. Me apoyo en la cama. Sé que enfrente está el aparador con su espejo. Lo palpo. Aquí está. Pongo el candil sobre él. Abro la gaveta. Tal como recordaba, aquí están los fósforos. Prendo la mecha. Se hace la luz. Una luz que parpadea. Y entonces todo es amarillo, sombra, como en una foto antigua, pequeña luz aterciopelada, tan íntima, tan familiar…
De repente veo mi rostro en el espejo, cándido, casi oro, envuelto en la tierna caricia de una mano grande y robusta.