sábado, 9 de agosto de 2008

Una cuenta menos

Aunque lo piensen no soy nada fetichista. O eso creo. Cuando era pequeña, por ejemplo, cada vez que mis amigas me preguntaban por mi color favorito, yo les decía el primero que me venía en gana: rosado, celeste, el amarillo que tan bien me sentaba (y me sienta hoy) al tono de mi piel. En realidad nunca tuve ningún color preferido. O mejor, me gustaban todos. Lo que sí tuve claro desde muy pronto es que el plateado era el color de la bisutería. Con una sola excepción: aquella pulsera de cuentas de colores (tal vez coletero) que todavía conservo, y que llevo conmigo (pensarán que soy fetichista, sí) cada vez que me encuentro nerviosa, o cuando paso por algún mal momento, como ahora. La verdad es que la llevo encima porque creo que si no la llevara tendría mala suerte. Pero procuro ocultarla (para no hurtarle protagonismo a mis adornos de plata) bajo una manga o en mi bolso. Por eso pocas personas habrán podido ver sus cuentas irregulares, rojas, azules, verdes, que me gusta acariciar una y otra vez como si tuviera entre mis manos toda mi vida, dividida en pequeños trocitos.
Hoy estoy especialmente nerviosa. No sé todavía el motivo, pero después de casi dos horas de tener las cuentas entre mis dedos he notado algo extraño, algo de lo que antes nunca me había percatado. O sí. De tanto manosear las cuentas siempre pensé que el collar estaba compuesto por ocho. No es que las haya contado. O tal vez las he contado inconscientemente, después de años. Pero siempre creí que tenía ocho cuentas. Y ahora (no me equivoco) tiene sólo siete. Siete cuentas, ni una más ni una menos. Tal vez siempre había tenido siete, y yo andaba trasteando con el ocho. Pero es difícil. Son muchos años. Puede que una de las cuentas se haya partido y así fue como la perdí. ¿O es que alguien, hábilmente, la habrá sustraído del cordón? Esta posibilidad sí que me inquieta. Eso significa que otra persona (un hombre quizás) tiene en su poder algo mío, como un trocito de mí misma. ¿Y si me conoce? ¿Y si me quiere mal? Tendrá la cuenta (que no es suya) como un amuleto o algo así, y eso no me hace mucha gracia. Podría tenerla entre sus manos ahora mismo, y es como si estuviera con él sin saberlo…
Pero no. Todo son imaginaciones mías.
O eso creo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho este relato, sobre todo por el misterio que crea. Aunque el autor es hombre (supongo el dueño de la web), se mete bien en la sensibilidad de una mujer. Me inquietó bastanta, porqe a mí me pasó algo así. El otro cuento también me gust´ó.

Anónimo dijo...

Inquietante. Parece que habla de interconexiones entre personas. Me gustó mucho. Los enigmas están bien para aprender pero me gustan mas los relatos como este.
Saluidos a tod@s l@s intenautas!!!
PD: ya me gustaria que me pasara lo que a la del cuento...

Anónimo dijo...

Muy lindo este relato. Como si hubiera una comunicación íntima y deconocida entre la chica dela pulsera y quie la ama. ¡Es el destino! A veces está delante de los ojos y un detalle lo confirma.

Anónimo dijo...

ESTE ME GUSTÓ TODAVÍA MÁS AUNQUE EL OTRO DEL CANDIL ME DEJA MÁS FUERA DE JUEGO. LINDO!!!